viernes, 16 de septiembre de 2011

Hoy si, nuestra vida debida

Algunos folletines tienen que bajar a veces el tenor de sus intrigas porque los lectores piden cambios, reclaman que un enfermo se cure, o que alguien a punto de morir se convierta repentinamente en una persona sana, o que un enamorado encaminado a perder al objeto de sus deseos no se frustre para siempre. Hoy es 16 de setiembre. Algunos lectores pidieron cambios por hoy. Que las historias de amor con enfoque masculino que desde aquí exageramos todos los días, con el fin de impactar con lo que sentimos los hombres  cuando conocemos a una mujer, cuando amamos a una mujer, cuando dejamos de verla para siempre, esta vez se dedicaran a recordaran a las víctimas de la barbarie del sistema apropiador de cuerpos. Aquí hemos hablado de muchas noches y de muchos cuerpos, pero hoy no. O tal vez si. Mañana volveremos con nuestras historias, pero cada hora recordaremos a nuestros chicos, los de la Noche de los Lápices y la de todas las noches, esos que arropamos cuando están dormidos, esos que nos enorgullecen cuando muestran su sensibilidad, sus ganas de defender a sus compañeros, sus deseos, sus dudas, sus pasiones. Y a quien diga que hoy no llora más que con cualquier historia de Vida Debida, humildemente le recomendamos que mire a sus hijos, si los tiene; o a los de los otros, que probablemente tenga; y que se deje llevar por sus convicciones, que seguramente las tiene. Recomendamos prestar atención al video que viene, porque nos representa.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Ciencia y minas



Como suele ocurrir en la ficción, el lector no sabe cuán lejos está la verdad de la inventiva del autor. Queda para la imaginación del lector recrear los hechos y asimilarlos a su propia experiencia y a sus ansiedades y dudas. 

Estaba pensando en un final a toda orquesta, el que resulta de los comicios en mi Carrera en la que se ratificará al director apoyado por docentes y graduados y una parte de los estudiantes, cuando la mente me jugó una pequeña broma. La excitación por las elecciones, la presencia de cientos de protagonistas de las Ciencias Sociales me trajeron a la memoria eternas discusiones acerca de qué es la ciencia que me hicieron pensar en algunos autores como Alan Chalmers.

No es un debate nuevo ni lo vamos a saldar hoy. Si en Sociales se puede hablar de ciencia o si en Exactas y Naturales cierto grado de soberbia hace pensar que los demás juegan a pensar y allí se hace ciencia que produce para el hombre, o la mujer, claro.

Y me hizo pensar en el viejo debate que se trasladaba a la pareja, si el mundo se puede pensar desde un laboratorio con cuatro paredes, un par de sillones y una computadora o si para tratar de entenderlo y enfrentar los problemas que nos trae todos los días hace falta salir al campo, ver qué pasa con los seres humanos que todos los días tienen que enfrentar la vida, que pensar cómo comer, por qué están en la vida si la vida les ofrece sólo penurias,  por qué sin embargo traen vida todos los días a el mundo en el que viven.

Recordé a a los científicos exactos desdiciéndose de sus teorías todos los días, pero pretendiendo la verdad absoluta frente a los otros, que no hacen otra cosa que analizar la realidad, no desde el laboratorio sino desde donde los hechos suceden, y también se desdicen de sus teorías. Pensé en los científicos naturales, que avanzan todos los días con nuevas vacunas, operaciones que aumentan la expectativa de vida y sin embargo cambian de paradigmas todos los días y todavía no saben qué hacer frente a los dramas de la salud de miles de millones de humanos.

Pensé, pensé, medité sobre el contraste entre el pensamiento social y psicológico contra el pensamiento matemático y pretendidamente exacto, miré alrededor y saqué una conclusión que seguramente no revolucionará a las ciencias, que no será analizado por los grandes epistemólogos: “Qué fuertes que están las minas de Sociales”. Y me dediqué a lo mío.