Era el día del periodista y valía la pena charlar al aire sobre
políticas de comunicación, trabajo, precarización y otros temas apasionantes. Después de una hora debatiendo en El Tren, el programa de
Radio Cooperativa, fuimos caminando con Gerardo
Yomal y su productor hacia el subte B. Hacía mucho frío y la noche acentuaba la
sensación de que los dedos habían llegado al punto de congelamiento.
Cruzamos la 9 de Julio por la superficie, porque el túnel ya
estaba cerrado. Allí los vimos, justo cuando entrábamos al subte. Era un grupo
pequeño de caceroleros, tal vez una patrulla perdida que avanzaba para reunirse
con los pocos cientos de amigos -de ellos- que protestaban en Plaza de Mayo.
Pero, más allá de que uno tiene ganas, la cuestión política
pasó a ser menor frente a las caceroleras –eran mayoría de mujeres- una de las
cuales me impresionó especialmente. Una rubiecita de las que uno puede encontrar
en cualquier boliche de Recoleta o a la salida de la Universidad de San Andrés,
la Austral o la Católica. Muy bonita, ojos verdes que su gorrito elegante no
alcanzaba a tapar. La nariz delicada era también lo poco que se podía ver, porque
estaba muy abrigada. La ropa, sospeché,
no provenía de ningún local del Once. Ni siquiera de un outlet.
Sin embargo, debajo del traje de cebolla se adivinaba una
belleza que sólo podría decepcionarnos si fuera anoréxica. Si, era linda. Pero
más linda era la elegante cacerola de cobre repujado que agitaba, con toda la pinta de haber sido
comprada en una casa de antigüedades de San Telmo, que está al Sur pero se
puede visitar sin quemarse.
Comencé a imaginarme si, como haría yo, la tenía en su casa
entre los objetos que decoran el living o si la usa para cocinar de vez en
cuando algún plato de aquellos que uno consume esporádicamente con algún cupón
o porque alguien lo invita.
Entré al subte pensando en la rubia, en su living, en su
cocina, en las cosas que habrían pasado por su cabeza cuando eligió la cacerola
de cobre para salir a protestar. Una cosa me quedó clara, no sólo usan teflón.