lunes, 3 de octubre de 2011

Desencuentro en contínuo

Se puso lo mejor que tenía, aunque sabía que él no la miraría. Su mirada fue insinuante y su imagen estaba lejos, muy lejos de lo que él podía imaginar. Estaba atractiva, bella, cada parte de su cuerpo parecía pedir algo. El no tenía a mano otra cosa que aquel objeto que solía utilizar para comunicarle cuánto la quería, cuánto la deseaba cada vez que no la tenía. Ella se hizo un lugar para estar más cómoda con él, aunque él no estuviera. El se puso en el lugar de siempre, con un whisky a su derecha y un papel sobre la mesa. Ella se conectó y comenzó a escribir. Buscó por su nombre, por su apellido, por su escuela, por su facultad, por su trabajo. No aparecía. El imaginó sus ojos y no le gustaron. Nunca fue su mejor atributo. Pensó más abajo y ya el cuello le causaba inspiración. Ella puso sus manos sobre su cintura, con los brazos en jarra. El sintió un calor en sus manos y supuso que tenía que escribir. Ella sabía que allí estaba su zona, para él. El también lo sabía pero no lo entendía. Buscó su instrumento, estaba intacto y listo para decirle todo lo que la quería, aunque no lo sabía. Ella entonó una canción mientras se miraba al espejo y no se gustaba. Se puso una bata de toalla alrededor del cuerpo y fue a cambiarse. Ella se puso sus mejores zapatos, de esos que las hacen casi absurdas pero de los cuales jamás podrían prescindir. El pensó si esta vez usaría unas zapatillas hipponas, de las que le gustaban a él. Ella se pintaba los ojos, que un delineador por acá, que un rímel por allá. Sabía que no era lo mejor que tenía. El se levantó de la mesa, se ajustó los jeans, se puso aquellas zapatillas que habían causado la discusión. Ella recordó la discusión. El recordó que no le gustaban sus ojos. Ella no se conectó. El no fue a la cita con la letra escrita. Ella se puso a navegar. El navegó por su bronca masculina mientras dibujaba estrellas. Ella decidió no buscarlo. El decidió que no lo encontrara. Ella no lo buscó en la gran red. El no le escribió aquella carta en la que le iba a declarar su amor. Otra vez, el fue en lápiz y papel y ella en su Blackberry. No se encontraron.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estas historias están cada día mejor!!!
Espero las que vienen para saber cómo siguen
Wuau

Nilda