jueves, 13 de octubre de 2011

El compromiso compromete

“¿Y si hacemos un culto al no compromiso? ¿Y si en lugar de eso, nos reímos un rato? Los otros tres tipos, también de origen uruguayo, con mucho ingenio y gran capacidad para reírse de sí mismos y de los demás lo miraron intrigados pero ya estaban desgranando algunos acordes y, rodeados de fantasmas de músicos y cantores que se sintieron atraídos por la letra decidieron escucharlos un rato. Y comenzaron:

“No tengo penas ni tengo amores
Y así no sufro de sinsabores
Con todo el mundo estoy a mano
Como no juego, ni pierdo ni gano”

Con mucha delicadeza, Antonio Machín miró sin embargo entre sobrador y sorprendido y cantó su bolero a los uruguayos:

“Sin firmar un documento
ni mediar un previo aviso
Sin cruzar un documento
Sin cruzar un juramento
Hemos hecho un compromiso
Sin promesas nos marchamos
Ni te obligas ni me obligo”

Pero ellos no acusaron el golpe, porque los invisibles tampoco suelen escucharse y sin hacerse problemas, siguieron haciendo un culto a la falta de compromiso:

“No tengo mucho ni tengo poco
Como no opino no me equivoco
Y como metas yo no me trazo
Nunca supe lo que es un fracaso”

En eso Carlitos se removió en su tumba de la Chacarita, su cigarro eternamente colocado por algún admirador entre sus dedos se puso más humeante que nunca y casi enojado atinó a responder:

“Basta de carreras, se acabó la timba,
un final reñido yo no vuelvo a ver,
pero si algún pingo llega a ser fija el domingo,
yo me juego entero, qué le voy a hacer”.

Mientras discutían si Gardel era francés, argentino o uruguayo, los del cuarteto se pusieron insistentes, todo es igual, todo da lo mismo y basta con negarse a diferenciar entre tristeza y alegría para sentirse bien, o al menos no sentirse mal:

“Alegría y tristeza es lo mismo para mí
Que no me interesa sentir
Porque en el ángulo de la vida
Yo he decidido ser la bisectriz”

 A esta altura las provocaciones del Cuarteto de Nos se estaban universalizando y fue el mismísimo Antonio Machado que dejó por un momento su paz de cementerio, se acercó con cierta mirada socarrona y les respondió casi con pena:

“Ama tu alegría
y ama tu tristeza,
si buscas caminos
en flor en la tierra”.

Los del cuarteto no se quedaron atrás y redoblaron la apuesta con una estrofa que era un canto al desamor:

“No me involucro en la pareja
Y así no sufro cuando me dejan
A nadie quise jamás en serio
Y entonces nunca lloro en los entierros”

En eso estaban cuando Andrés Calamaro cruzaba por la esquina y sin dejar casi de caminar, acompañado por el silbido de su ocasional acompañante pareció responderles:

“Flaca no me claves
tus puñales
por la espalda
tan profundo
no me duelen
no me hacen mal
Lejos
en el centro
de la tierra
las raíces
del amor
donde estaban
quedarán”


Pero entonces, como para ratificar las dudas de Andrés surgió de 
un boliche que estaba por cerrar sus puertas un chico desgarbado que 
junto a uno de bigote bicolor cantaba:

“Necesito alguien
que me emparche un poco
y que limpie mi cabeza
que cocine guisos de madre
postres de abuela y torres de caramelo”

“No pasa nada si no me muevo
Por eso todo me chupa un huevo
Y no me mata la indecisión
Si "should I stay, o should I go"

Ma si, andá a cantarle a Gardel, pensaron varios y no escucharon más.

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